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La taza calienta tus manos
cuando despiertas, sacia tu hambre.
La taza blanca que tu mano compró,
tan perdido tú como ella en la luz fría.
La taza descuenta los días, ya no los suma,
estiliza tus dedos, bellos al atardecer.
La taza absorbe las pupilas
que siembran escarcha en mis ojos;
esperarán mis dedos su cosecha.
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