sábado, 10 de enero de 2009

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Solloza la mañana,

oculta tras el hielo;

por el sendero se arrastran bestia

y hombre en busca de labor.

Se quiebra a su paso la ceniza,

que, hora tras hora, se escapa:

las manos en el arado, el tiempo

en el campo gris de las amapolas.

No hay noche que no tiemble.
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