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Solloza la mañana,
oculta tras el hielo;
por el sendero se arrastran bestia
y hombre en busca de labor.
Se quiebra a su paso la ceniza,
que, hora tras hora, se escapa:
las manos en el arado, el tiempo
en el campo gris de las amapolas.
No hay noche que no tiemble.
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sábado, 10 de enero de 2009
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